Cómo el dentista puede mejorar tu rendimiento deportivo

El entrenamiento y la recuperación tras el esfuerzo están íntimamente ligados con la salud bucodental.

Caries, desgastes e infecciones dentales pueden arruinar la práctica de ejercicio físico o la carrera de un deportista. Hasta el punto de que “si no se tratan bien y a tiempo (las dolencias dentales), pueden generar dolencias musculares y articulares”. Incluso, pueden ser el origen de “un rendimiento deportivo deficitario, fatiga, fiebre, sobrecarga muscular, trastornos respiratorios, enfermedades coronarias y cronificación de lesiones”. En otras palabras, que cuidar la sonrisa y la salud bucodental es una exigencia para cualquiera, pero más para quienes practican deporte de forma regular.

El problema es que son muy pocos quienes son conscientes de que su rendimiento deportivo tiene relación directa con su salud bucodental. Y muchos menos los que incluyen las visitas al dentista en sus planificaciones anuales. “Los deportistas deberían extremar el cuidado y la prevención, y hacer al menos dos revisiones al año, una en pretemporada y otra al cabo de seis meses”.

Pero todavía estamos lejos de seguir esos consejos. Según la OCU, el 51% de los encuestados va al dentista al menos una vez año, mientras que el 23% admite que no acude nunca a menos que tenga un problema agudo.

Riesgos del deportista

Más expuestos a la caries y al sarro

Hay que tener en cuenta, además, que los deportistas están más expuestos a caries y desgastes dentales que las población menos activa. ¿Los motivos? “La deshidratación, la ingesta de hidratos de carbono y de productos ricos en glucosa, o de bebidas azucaradas como las bebidas isotónicas son las razones de esta mayor propensión”, explica la doctora Manuela Escorial, de Sanitas, que recuerda que “al hacer deporte hay mayor tendencia a respirar por la boca, lo que también hace que haya menos saliva y, por lo tanto, menos protección”.

Otra de las consecuencias del deporte de alto nivel en la salud bucodental es la inflamación de las encías. La explicación, según los expertos, es que la saliva se vuelve más alcalina y favorece el sarro. De no eliminarse este puede derivar en gingivitis (inflamación de las encías), y de ahí, si el deterioro prosigue, se puede llegar a la pérdida de hueso o periodontitis.

Bruxismo, dolor mandibular y migrañas

En ciertos deportes, como la natación, se produce un amarillamiento dental (debido al contacto reiterado con el agua de la piscina y los productos con que se trata) y en una gran parte de deportes hay peligro de traumatismos dentales (el 39% de las pérdidas de piezas es por traumatismo deportivo, y hay ciertas especialidades, como el rugby o el boxeo, en que los protectores forman parte de la equipación deportiva). En la mayoría de disciplinas, por no decir en todas, el bruxismo o desgaste dental es inevitable.

“Hay que tener en cuenta que quienes practican mucho ejercicio están más expuestos a padecer desgaste dental y de las encías por la tendencia a apretar la musculatura debido a la tensión a la que se ven sometidos en entrenamientos y competiciones”, explica el doctor Arenas, que recuerda que, “además del desgaste de las piezas, esa tendencia deriva en dolores en la musculatura de masticación y la articulación temporomandibular”.

Por eso esa tensión, o bruxismo, puede generar problemas mayores. “Migrañas, problemas cervicales... “, describe el doctor, “son solo algunas de las consecuencias de este exceso de tensión, que también puede acarrear retracción de las encías y ciertas enfermedades periodentales que pueden llegar arruinar la dentadura”.

“Sufren el hueso y los tejidos blandos donde se sujetan los dientes, y todo puede desembocar en problemas cada vez más graves”, justifica este especialista, que recuerda que no se trata de algo estético. Es una cuestión de salud que, en muchas ocasiones, “puede aliviarse con una férula de descarga nocturna (evita que rechinen los dientes durante el descanso)”.

Pérdida de rendimiento

La mala oclusión dental puede ser el origen

Pero muchas veces eso no es suficiente, porque esta tendencia a apretar más de lo debido puede tener su origen en una mala oclusión dental. “Se produce cuando el paladar es estrecho y las mandíbulas no encajan correctamente. Al encajar los dientes, la mandíbula se desplaza siempre hacia un lado o hacia adelante o hacia atrás, porque la articulación no es simétrica. Además, con el tiempo se descompensa primero la musculatura de la articulación temporomandibular (ATM) y después la de las cervicales, cuello y espalda.

Señales de alerta

Síntomas que podemos consultar al odontólogo

Así que a la hora de hacer deporte hay que tener en cuenta si apreciamos ciertos síntomas y consultarlos, por si acaso, con nuestro odontólogo.

Fatiga, debilidad o fiebre. En el caso de sentir más cansancio del habitual o incluso febrícula o fiebre sin motivo aparente, nos debería hacer pensar en la posibilidad de una infección bucodental. El origen podría ser una caries, infecciones en la cavidad oral, o gingivitis.

Dolor en cervicales o espalda. El bruxismo (o mordida cruzada) puede generar dolores musculares de cuello y espalda, e incluso alteraciones en el equilibrio.

Calambres y lesiones musculares. Las caries no tratadas, explican los especialistas, suelen acarrear roturas de fibras musculares y calambres, sobre todo en los gemelos.


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