Una de las preocupaciones que más recibe el dentista en sus consultas sobre salud bucodental es la relativa a la hipersensibilidad dental. Incluso de personas que, aparentemente, no tienen caries ni graves afecciones en su dentadura, ni sufren o han sufrido alguna vez de hipersensibilidad dental. Es un problema de la dentina que se sobreestimula cuando se expone, normalmente, al frío o al calor. La dentina es la zona más blanda del diente que está debajo del esmalte. Además de tomar alimentos fríos o calientes, cualquier otro estímulo también puede hacer experimentar el dolor, como el cepillado o, simplemente, al tocar levemente el diente perjudicado.
Por qué se produce y cómo solucionar la hipersensibilidad dental. La dentina o pulpa dental está compuesta por fibras y muchos nervios. Cuando las fibras se inflaman, se desencadena el dolor que, en ocasiones, puede llegar a ser insoportable. El bloqueo de los túbulos abiertos que permiten el contacto con el agente causante del estímulo puede evitar que las fibras de la dentina se inflamen, como reacción defensiva, y acabar con el problema.
El dolor desaparecerá cuando lo haga la irritación de los nervios y la pulpa. Para esto, el dentista puede bloquear los túbulos abiertos. Aunque a veces no se soluciona el dolor. Por eso es necesario que el dentista analice y valore qué tratamiento será más adecuado.
A menudo, es un desgaste producto de una caries o de un mal cepillado el que está detrás de ese dolor punzante que supone la hipersensibilidad dental. Puede ser necesario, por lo tanto, un tratamiento específico, como un empaste para sellar el diente. En casos más graves, incluso se hace imprescindible una endodoncia, es decir, “matar al nervio”. Aunque en general, suele bastar, en casos leves, con la aplicación de enjuagues, geles o dentífricos y sus correspondientes revisiones periódicas para controlar que se mantiene una buena salud bucodental.