La secreción salival está regulada por el Sistema Nervioso, y, concretamente por el Sistema Autónomo, que es el que se encarga de controlar las acciones y funciones involuntarias. Éste último a su vez se divide en el Sistema Simpático y el Sistema Parasimpático. En función de la activación o inhibición de un sistema u otro, se produce una variación en la cantidad de saliva secretada así como en su naturaleza.
El Sistema Simpático libera como neurotransmisor a la norepinefrina (también llamada noradrenalina), que se une a los receptores adrenérgicos α, β o dopaminérgicos. La estimulación del Sistema Simpático produce una vasoconstricción a nivel de la glándula parótida, y una producción salival por parte de las glándulas submaxilares y sublinguales no muy abundante y de naturaleza mucosa.
Por su parte, el Sistema Parasimpático libera como neurotransmisor la acetilcolina, que interacciona con los receptores muscarínicos (colinérgicos) de los acinos, encargados de la secreción salival. Éstos se estimulan y aumentan la producción salival. A nivel glandular, se produce una secreción salival abundante y de naturaleza serosa o acuosa.
En definitiva, una activación del Sistema Simpático aumenta ligeramente la producción de saliva y su naturaleza sería más mucosa, mientras que la activación del Sistema Parasimpático favorece una producción abundante de saliva, especialmente de naturaleza serosa.
La inhibición de alguno de estos sistemas, Simpático y Parasimpático, conduce a una disminución en el flujo salival y una variación en su composición, que pueden conducir a la aparición de xerostomía.
La xerostomía se define como la sensación subjetiva de sequedad bucal. Una de las principales causas de xerostomía es el consumo de fármacos. Se calcula que existen más de 500 fármacos que pueden producir xerostomía (un 80% de los más prescritos).
La mayoría de los mecanismos por los que los fármacos favorecen la disminución de la salivación están relacionados con una acción anticolinérgica (es decir, inhibitoria del Sistema Parasimpático), como ocurre con la atropina, la belladona y la escopolamina. Es importante destacar que la glándula salival puede atrofiarse con el tiempo si no recibe los estímulos nerviosos para producir saliva. Otros fármacos con acción anticolinérgica son los antihistamínicos, antiparkinsonianos, diuréticos, antipsicóticos y los antidepresivos tricíclicos.
También producen xerostomía aquellos fármacos con acción inhibitoria del sistema simpático, como los antihipertensivos, antidepresivos, broncodilatadores, descongestionantes, relajantes musculares y antimigrañosos.
Por el contrario, los fármacos parasimpaticomiméticos (agonistas de este sistema) o inhibidores de la acetilcolinesterasa (enzima que inhibe a la acetilcolina), aumentan la producción de saliva (sialorrea), como es el caso de la pilocarpina, la cevimelina o la neostigmina.
En resumen, cualquier fármaco que tenga efectos sobre los neurotransmisores (acetilcolina o noradrenalina), sus receptores o enzimas relacionadas con el proceso producirá una alteración en la composición y en la cantidad de saliva secretada.