La salud bucodental y la salud general están íntimamente relacionadas. A partir de los 60, hay que prestarle especial atención a la higiene bucodental diaria, ya que nuestra boca sufre cambios y enfermedades sistémicas más frecuentes durante esta etapa, como diabetes o afecciones cardiovasculares, influyen en la salud bucodental.
Los cambios más importantes propios del envejecimiento bucal son:
Esmalte: Puede desgastarse más (efecto acumulativo del paso del tiempo), por lo que pierde espesor. Pierde translucidez y, como consecuencia, adquiere una apariencia más amarillenta y pueden aparecer grietas y fisuras.
Dentina: La dentina es menos permeable y aparece más dentina secundaria. Los dientes tienen menos hipersensibildiad dental.
Pulpa: Disminuye el volumen de la pulpa y se reducen el número de vasos sanguíneos, lo que reduce la protección ante infecciones pero a la vez es menos reactiva a estímulos externos.
Saliva: La toma de medicamentos puede provocar que la producción de saliva -elemento crucial en la protección de nuestra boca – disminuya, dando lugar al síndrome de boca seca o xerostomía. Sus síntomas son boca pegajosa, sequedad labial, sensación de ardor en la boca y de aspereza en la lengua.
Todos estos cambios, sumados al uso de prótesis e implantes, provocan una mayor prevalencia de complicaciones como la caries, la periodontitis o la candidiasis oral, además de una posible menor respuesta ante los tratamientos. Pero no son consecuencias inevitables, con unos buenos hábitos de higiene y alimentación, nuestra boca puede mantenerse sana por más tiempo.
Alimentación: Para remediar la sequedad, bebe mucha agua y toma alimentos frescos e hidratantes. Controla la ingesta de alimentos que favorezcan la erosión del esmalte como bebidas carbonatadas o dulces muy azucarados. Consume alimentos que aporten calcio a tu dieta.
Higiene diaria: Mantén una higiene bucodental diaria y completa tres veces al día, con especial énfasis en la higiene antes de dormir.
Cepillo: Para cuidar de tu esmalte y tus encías, escoge cepillos dentales de filamentos redondeados. Te permitirán llevar a cabo un cepillado más profundo con menos esfuerzo. Sea eléctrico o manual, recuerda cambiar tu cepillo cada tres meses para que no pierda eficacia.
Dentífricos: Utiliza dentífricos poco abrasivos que protejan la boca del envejecimiento provocado por los radicales libres y cuiden las encías.
Higiene interproximal: Tu higiene no es completa ni tu boca está protegida si no mantienes libres de placa bacteriana también las áreas interdentales con el usa diario de sedas o cintas. Si hay espacios interdentales abiertos, la mejor opción son los cepillos interproximales o el irrigador bucal.
Colutorios: Protege el 100% de tu boca con un colutorio de uso, según las necesidades específicas de tu boca. Si tienes dudas sobre qué colutorio escoger, consulta con tu odontólogo.
Prótesis e implantes: Si usas prótesis dental removible, mantenla limpia y libre de placa diariamente con productos específicos. Si llevas implantes, utiliza cepillos especiales e irrigadores bucales para evitar que la placa bacteriana se acumule en los espacios de difícil acceso.
Odontólogo: Visita a tu odontólogo cada seis meses. La prevención es siempre la mejor cura.