Rechinar o apretar los dientes, tanto despiertos como dormidos, se llama bruxismo. Afecta prácticamente al 80 % de la población en algún momento de su vida y, de hecho, es bastante frecuente en niños y adolescentes. Las personas que tienen bruxismo nocturno, cuando están dormidos, si es muy intenso, pueden llegar a tener trastornos de la mandíbula, dolores de cabeza y daños en la dentadura. Ante un caso de bruxismo debemos consultar con nuestro estomatólogo odontólogo de referencia.
No se conoce con exactitud qué causa el bruxismo pero, al menos, en el bruxismo diurno, el rechinar o apretar dientes cuando estamos despiertos, cuando somos conscientes, las causas asociadas son:
En el caso del bruxismo nocturno, además de las relacionadas con el diurno, puede deberse además al efecto de masticar durante un sueño o a una postura incorrecta.
Los factores que se indica que pueden llegar a hacernos desarrollar bruxismo son:
Entre los síntomas que pueden revelar que podemos estar ante un caso de bruxismo están:
El médico estomatólogo o el odontólogo podrán comprobar en un examen dental, de consulta o por revisión periódica, cuándo puede haber un caso de bruxismo e intentará determinar la causa. Comprobará si hay dolor en los músculos de la mandíbula, si hay desgaste o roturas en los dientes y preguntará por otros síntomas como los dolores de cabeza. También puede solicitar una ortopantomografía (radiografía panorámica que incluye maxilares, mandíbula y dientes).
El tratamiento de referencia ante la confirmación de un caso de bruxismo es la férula de descarga. Se trata de un protector bucal, que se hace a medida, y que protege la dentadura evitando que nos los dañemos al apretar y que impide el rechinamiento.
También es posible que se prescriban relajantes musculares o medicamentos para controlar la ansiedad y el estrés e, incluso, derivar el caso a un especialista en trastornos del sueño.
La primera recomendación para evitar sufrir bruxismo es reducir nuestro nivel de estrés utilizando todos los recursos a nuestro alcance lograr momentos de relajación: música suave, hacer ejercicio moderado o un baño caliente y relajante.
Es importante no consumir café, té, tabaco o alcohol, especialmente por la noche; dormir bien y utilizar la cama solo para dormir; y realizar visitas periódicas al dentista. Como mínimo, una al año.