Las extracciones dentales se realizan con mucha frecuencia, aunque como todo tratamiento, puede conllevar algún riesgo.
La alveolitis es una complicación posoperatoria derivada de una exodoncia, y a pesar de que no tiene demasiada incidencia en la población general, sí que hay ciertos factores que aumentan las probabilidades de sufrirla.
En este artículo, vamos a explicar en qué consiste exactamente la alveolitis, además de cuál es la mejor forma de tratarla y prevenirla.
La alveolitis dental es una infección, reversible y localizada, que se puede producir al cabo de 24 o 72 horas después de haber extraído una pieza.
Aunque no tiene por qué darse dicha complicación, se presenta de forma más frecuente en aquellas personas a las que se les ha extraído una muela del juicio retenida.
Según explica la Revista Española de Cirugía Oral y Maxilofacial, tras una exodoncia, lo más habitual es que se forme un coágulo de sangre en el hueco que ha dejado el diente: el alveolo.
Se trata de la cavidad en la que se aloja cada una de las piezas.
El coágulo sirve de protección, pero si no se forma o se rompe después de haberse formado, al cabo de tres días, el alveolo queda expuesto.
La desintegración del coágulo se produce debido a la falta de vasos sanguíneos en el proceso de la alveolitis.
El alveolo se vuelve más vulnerable al ataque de bacterias o cualquier agente externo, lo que provoca dolor e inflamación en el tejido.
Es por esto que la alveolitis se caracteriza por un fuerte dolor en el alveolo que obliga al paciente a acudir de inmediato a una clínica dental.
La alveolitis es la complicación que se da con más asiduidad en las extracciones dentarias.
De hecho, de acuerdo con los datos publicados en la Revista Europea de Odontoestomatología, la incidencia varía del 1 al 4%.
Sin embargo, cuando se trata de un cordal, este porcentaje oscila entre el 20 y 30%, o sea, diez veces más que en el resto de exodoncias.
Dentro de la alveolitis, podemos distinguir entre dos clases según sus síntomas.
En este tipo de infección, el alveolo se encuentra vacío y abierto, es decir, no tiene coágulo de sangre.
Por ello, el hueso de la cavidad es apreciable a simple vista y genera un dolor muy agudo que se intensifica al masticar.
En el caso de la alveolitis húmeda, por el contrario, el alveolo sí cuenta con una acumulación de sangre, que suele ser de un color muy oscuro.
Cuando una persona padece este tipo de infección, el dolor no resulta tan fuerte.
Al igual que ocurre con otras afecciones bucales, la mejor arma contra la alveolitis seca es la prevención.
Por eso, a la hora de intentar prevenirla, es importante conocer los factores de riesgo que pueden desencadenarla.
Esta información nos servirá para seguir unos hábitos adecuados tanto antes como después de la extracción del diente o la muela.
Pero, además, también será útil para entender la necesidad de transmitir al dentista que realiza la extracción ciertos aspectos sobre nuestra situación o hábitos de vida.